FIN DE CURSO 2013-2014
Celebró la Hermandad el fin de curso con la Eucaristía Solemne en la víspera de San Pedro y San Pablo, 28 de junio de 2014. Se conmemora en esta fecha la reconquista de Córdoba por el rey Fernando III el Santo en 1236 y la consagración de la vieja mezquita aljama como templo mayor de Santa María Madre de Dios hace 778 años.
Presidió la ceremonia el consiliario, R. P. D. Miguel E. de Castro Pastor, Director del Secretariado Diocesano de Pastoral Universitaria, actuando de acólito N. H. Juan Carlos Jiménez Díaz, Secretario de la Junta de Gobierno. Interpretó al órgano Gonzalo Herreros Moya, piezas de Haendel, Bach, Martini, Stanley y Arcadelt. En la homilía planteó el celebrante una exégesis de las lecturas de la víspera de la solemnidad: en la primera se nos muestra el milagro de San Pedro con el paralítico. Pedro y Juan, imagen de la Iglesia, ofrecen a Cristo como salvación. No llevan plata ni oro, pero ofrecen lo que tienen, el nombre de Cristo, capaz de hacer andar al tullido. Cristo ya no está físicamente con ellos, pero se manifiesta por medio del Espíritu en sus Apóstoles, que actúan en su nombre.
En la segunda lectura Pablo se declara perseguidor de los cristianos, hasta que recibe la llamada de Cristo y se convierte en el propagador de su doctrina entre los gentiles. Pedro hará lo propio entre los judíos y de este modo vienen a ser los dos grandes pilares de la Iglesia universal. Esa llamada la vemos también en el Evangelio. Cristo no ordena a Pedro que organice su Iglesia. Primero le pregunta, como un amigo a otro, si le quiere más que los demás. Cuando Pedro le dice que sí, entonces le encomienda el trabajo de apacentar a las ovejas, una misión que debe realizar por amor.
Cristo se ha quedado en la Eucaristía y nos interpela a cada uno de nosotros acerca de si le amamos. En la medida en que le digamos que sí, Él sólo nos dice: “Sígueme”. No hay una misión especial, sino seguirle a donde Él vaya, a lo largo del camino de la vida, en la familia, en la Universidad, en el trabajo, dentro de la vocación que cada uno tenga en la Hermandad. No se trata de inventar nada que se nos pueda ocurrir, sino sólo de seguirle a Él en cada momento, donde quiera que estemos situados.
Terminada la Misa de Fin de Curso los hermanos se dirigieron a la Casa de Hermandad, donde tuvo lugar la convivencia con motivo de esta efeméride. Comenzó el acto con el rezo de las preces, dirigido por el Hermano Mayor, Miguel Rodríguez-Pantoja Márquez. A continuación se hizo entrega de un recuerdo de agradecimiento a las hermanas, hermanos y benefactoras que colaboraron con el taller de la Hermandad con ocasión de la entrada de la misma en Carrera Oficial: Teresa González Jaldón, Inmaculada Laguna García y NN. HH. José Muñoz Navarro, Teresa Serrano Rioja, Amalia Lucena García, Natividad Díaz Carmona, Mercedes Fernández Muriel, Teresa Dabrio González y Alberto Villar Movellán. Seguidamente el Hermano Mayor obsequió a N. H. Alberto un candelero con uno de los hachones que iluminaron al Santo Cristo de la Universidad en su primera salida procesional, en memoria de la grave enfermedad sufrida y superada con la gracia de Dios.
A su vez el Vicehermano Mayor agradeció el gesto del precioso regalo y más aún las oraciones de todos los hermanos, que tanto contribuyeron a su restablecimiento. De manera especial expresó su gratitud, por los cuidados médicos con que diariamente le asistieron en su convalecencia, a NN. HH. Juan Carlos Jiménez Díaz e Inmaculada Aranda Vázquez, a quienes hizo entrega de un cuadro con la venerada imagen de nuestro Santo Cristo.
Finalmente el Hermano Mayor impuso la insignia dorada de la Hermandad a nuestro consiliario D. Miguel Castro. Esta insignia está reservada a los miembros de la Junta de Gobierno y capellanes de la Hermandad, así como a otras personalidades a quienes la Junta estime concedérsela. D. Miguel Castro agradeció la imposición y tuvo unas palabras de despedida, anunciando su traslado a Sevilla el próximo curso. Luego se prolongó la animada convivencia hasta el filo de la madrugada. Laus Deo.