El pasado día 2 de febrero de 2012 solicitó la Hermandad Universitaria una entrevista con el Rector del Seminario Redemptoris Mater para tratar de acomodar los cultos de la Hermandad sin entorpecer la normal actividad del Seminario. El Rector comunicó entonces que, aunque el Obispado permitía en principio que la Hermandad permaneciera en su sede canónica de San Pedro de Alcántara, el Seminario nos rogaba que abandonáramos la iglesia.
La nueva situación fue comunicada a los hermanos en el Cabildo General de 5 de febrero. Solicitada audiencia con el Vicario General, éste informa telefónicamente que el Obispado no ha dado orden de desalojo, sino de que ambas instituciones se pusieran de acuerdo para la normal convivencia; pide a la Hermandad un informe para elevarlo al Consejo Episcopal. Dicho Consejo, reunido el día 21 de febrero de 2012, acuerda que la Hermandad debe buscar otra sede y delega en el Vicario de la Ciudad para que inicie los trámites, que han de llevarse sin prisas, pero tendiendo a lograr el objetivo.
Dadas las circunstancias, los cultos mensuales de la Hermandad celebrados el 3 de marzo, como todos los primeros sábados, serán los últimos que se tengan en la que ha sido sede canónica y capilla de la Hermandad Universitaria desde su fundación en 1989. En medio de la zozobra brillaba la imagen de Nuestra Señora de la Presentación, que ocupa desde 1990 su camarín, en el que se puede leer el lema: Gaudeamus igitur, iuvenes dum sumus, “Así pues alegrémonos, puesto que somos jóvenes”.
Como cualquier otro primer sábado, comenzaron los cultos a las 19:30 h. con el rezo del Santo Rosario, dirigido por el Hermano Mayor, y el del Ejercicio de las Cinco Llagas, por el Vicehermano Mayor. Presidió la Eucaristía el R. P. D. Miguel Enrique de Castro Pastor, Director del Secretariado Diocesano de Pastoral Universitaria, acolitado por el Secretario de la Hermandad. En la homilía se refirió a la Cuaresma como tiempo de amor y reconciliación. Destacó la fe, la profunda confianza en Dios, que se manifiesta en Abraham, quien no duda en sacrificar a su único hijo, Isaac, porque se lo pide el Altísimo. Desde la lógica filosófica, tanto en Kant como en Kierkegaard, resulta un episodio incomprensible, pero desde la dimensión del amor significa la entrega total, reflejo y premonición del Padre que entrega al Hijo para la salvación del género humano. La vida está llena de dificultades, como el camino de la propia Hermandad, pero los designios del Señor no siempre podemos entenderlos y, al final, siempre resplandecerá el Amor de Dios. Ese amor que se manifiesta a cada uno de distinta forma y en distintas circunstancias de la vida, pero que, con seguridad, lo hemos sentido en nuestro interior más de una vez. Es el Dios que se manifiesta ante sus discípulos elegidos y que les pide que guarden silencio sobre lo que han visto, hasta que muera y resucite, algo que debió resultarles absolutamente incomprensible.
Terminó la celebración con el canto de la Salve Regina y, a continuación, los hermanos se dirigieron a la Casa de Hermandad para seguir el curso de formación, dirigido por el Consiliario, Ilmo. Sr. D. Manuel Pérez Moya, Párroco del Sagrario de la Santa Iglesia Catedral.