El día 3 de septiembre ofrecieron los hermanos la misa dominical por los frutos de la peregrinación que la Hermandad emprendía al día siguiente. A continuación de la misa, hizo D. Fernando Cruz-Conde el ofrecimiento de la peregrinación a Nuestra Señora de la Presentación, pues se hace para conmemorar su trigésimo aniversario, que se cumplió en 2020. La peregrinación se ha pospuesto a causa de la pandemia.
El lunes 4 lo emplearon los peregrinos en el viaje, que partió de Córdoba a las 8:30. El autocar los llevó al aeropuerto de Barajas, en cuya capilla presidió la Santa Misa el consiliario y director espiritual de la peregrinación, D. Fernando Cruz-Conde y Suárez de Tangil. Hizo la lectura el hermano mayor, Alberto Villar Movellán. El vuelo Madrid-Tel Aviv aterrizó en el aeropuerto Ben Gurion a las 22:55, tomando a continuación un autocar que los trasladaría al Hotel Mary’s Well de Nazaret, donde quedaron alojados.
El martes 5 de septiembre madrugaron los hermanos, tanto por el canto del almuédano como por la alarma, que sonó a las 6:00. Esta sería la norma a lo largo de la peregrinación. Se dirigieron los peregrinos a Caná, el lugar del primer signo de Jesús, la conversión del agua en vino en una boda a la que había sido invitado. En una de las capillas auxiliares que abren al patio anterior, presidida por el Señor de la Divina Misericordia, se celebró la renovación de los compromisos matrimoniales por parte de los matrimonios participantes en la peregrinación. A continuación, el guía Pedro Fraile enseñó la capilla con la crátera de piedra que recuerda el milagro. Camino del autocar, pasaron por la capilla de San Bartolomé o Nathanael, que era natural de Caná.
A las 10:15 llegaron los peregrinos al Monte Tabor, al que se sube actualmente en distintos minibuses. En la Basílica de la Transfiguración presidió D. Fernando la primera misa en Tierra Santa. Hizo la lectura NH José Ramón Molina y la oración de los fieles, Pedro Marsé y Sandra Fernández. A continuación, regresaron a Nazaret para comer en el hotel. A las 14:30 visitaron la Basílica de la Anunciación, en la que se guarda la casa de María, sagrado lugar de la Encarnación de Cristo. Allí permanecieron los hermanos largo rato en silencio.
A las 15:50 visitaron la iglesia de San José, que conserva la tradición del lugar en que estuvo la casa del patriarca y el taller, en la que transcurriría, por tanto, la vida de la Sagrada Familia. En la cripta se ven restos de viviendas en cuevas, siendo de destacar igualmente el museo, que muestra piezas de singular belleza, como los capiteles procedentes de la antigua iglesia de los cruzados. A las 16:50 entraron en la iglesia ortodoxa griega de San Gabriel, donde se veneran la Fuente de María y el Pozo de la Virgen, ya que, en la tradición oriental, la Virgen fue visitada la primera vez por el ángel Gabriel cuando se acercaba a la fuente para llenar el cántaro de agua, y la segunda, ya en su casa, hoy en la basílica católica de la Anunciación. En la cripta de San Gabriel se conserva el venero principal que surtía a la antigua Nazaret, al que acudirían, sin duda, María y el pequeño Jesús con frecuencia. Terminada la jornada, se dirigieron al hotel, muy cerca de este lugar, que por eso lleva también el nombre de Pozo de María.
El miércoles 6 de septiembre, a las 7:30 h, abandonaron los peregrinos Nazaret para dirigirse, dentro de la misma Galilea, a la comarca cercana al lago de Genezaret, también llamado Mar de Galilea o de Tiberíades. Llegaron a las 8:30 al Monte de las Bienaventuranzas, en cuyo recinto Pedro Fraile dio lectura al texto bíblico del Sermón de la Montaña. Se trasladan luego a Cafarnaúm, donde visitaron la Casa de Pedro, lugar en que el Señor curó a su suegra y donde residía cuando estaba en esta localidad. Allí hubo culto cristiano desde antiguo, como demuestra la propia transformación de la casa en lugar de reunión y el posterior establecimiento allí de una iglesia bizantina de planta octogonal. Cristo comenzó desde allí a extender su doctrina, eligió a sus discípulos, de entre los pescadores que faenaban en aquel puerto, y predicó en la sinagoga, que estaba junto a la casa y que fue sustituida por la que ahora puede contemplarse, que es del s. IV d. C.
Seguidamente se trasladaron a Tabgha, a tres kilómetros al oeste de Cafarnaúm, concretamente a la iglesia del Primado de Pedro. Como es frecuente en Tierra Santa, se construyó esta pequeña iglesia sobre las ruinas de otra más antigua, para proteger y venerar la roca donde, de acuerdo con la tradición, se apareció Cristo Resucitado a los discípulos, preparándoles allí mismo unos peces que comió con ellos. Allí es donde Jesús confirma a Pedro como primero en la naciente Iglesia, encargándole que apacentara a sus corderos y sus ovejas. Por ese motivo la piedra se denomina Mensa Christi, la mesa de Cristo. Junto al muro de la iglesia, quedan restos de una antigua escalera que baja al lago, parte probable de un pequeño atracadero, desde donde se piensa que el Señor llamó a sus discípulos, que estaban pescando. En el exterior del templo hay un recinto sagrado, plantado de árboles, con varios altares contemporáneos. En el dedicado a San Pablo VI celebraron a las 11:00 los peregrinos la Santa Misa, que presidió D. Fernando, haciendo la lectura y salmo NH Victoria Villar y la oración de los fieles, el hermano mayor.
A continuación, tuvo lugar el embarque en uno de los barcos que pasean por el lago, en cuyo mástil se izó la bandera de España al son de la Marcha Real. Después cantaron los hermanos la conocida canción Pescador de hombres, compuesta en 1974 por el sacerdote Cesáreo Gabaráin a resulta de una visita a estos lugares. También se entonó Salve, Madre, del P. Eduardo Torres, con letra del P. Restituto del Valle, himno del Congreso Mariano Hispanoamericano de Sevilla (1929) y, finalmente, se tuvo un largo rato de meditación en silencio, mientras el barco, apagado el motor, navegaba al pairo por estas sagradas aguas.
A las 14:00 se hizo el almuerzo en el Hotel Magdala, de Regnum Christi y luego, descanso hasta las 15:15, amenizado por el pequeño recital de piano de nuestra peregrina Rosamaría Torreblanca. Inmediatamente después, visita -algo rápida por causa del mucho calor- a las ruinas de Magdala, el pueblo de María Magdalena. De especial interés son los restos de la sinagoga del siglo I, única de tal fecha aparecida hasta el momento. Pasaron después los hermanos a la nueva iglesia, que tiene como cabecera un precioso ventanal acristalado sobre el lago, y por altar, una barca con arboladura en forma de cruz y la síndone colgando de sus brazos. En el piso inferior hay una capilla ecuménica, dedicada a la Hemorroísa, porque defienden los estudiosos de Regnum Christi que en aquel lugar precisamente se produjo el milagro. Preside la sala un hermoso cuadro hiperrealista, obra del pintor chileno Daniel Cariola, que presenta una innovadora iconografía de la mujer enferma rozando con la mano la orla del manto de Cristo, del que solo aparecen los pies y el báculo, confundidos entre los de los apóstoles y acompañantes. Se hizo allí una meditación.
De camino al autocar, NH Victoria Villar, que había participado en las excavaciones de Magdala en 2013, explicó a los peregrinos la zona de los baños que le había tocado limpiar, así como la casa del “hombre rico”, la cual -según algunos estudiosos de Regnum Christi- podría corresponderse con la de Jairo.
Marcharon seguidamente hacia Judea, haciendo una parada en Jericó, para hacer compras y ver de lejos el escarpado desierto de las Tentaciones, programado para el día siguiente. Continuaron viaje hasta Belén, adonde llegaron al filo de las 19:30, para alojarse en el Casa Nova Palace, de los franciscanos, edificio paredaño con la Basílica de la Natividad.
El jueves 7 de septiembre comenzó con una experiencia tempranera. Siguiendo las indicaciones de Juan Corpas, algunos peregrinos pasaron a las 5:30 de la mañana a la basílica para venerar la gruta del Nacimiento. A las 8:00 comenzó la jornada, camino del Jordán, mediante una tediosa travesía de Belén y Jerusalén que costó más de una hora. A las 9:42, ya en el Jordán, frente a Betábara, los peregrinos renovaron las promesas del bautismo. D. Fernando rezó las preces y aspergió a los hermanos con el agua del río, debidamente bendecida, que había subido desde la orilla Guillermo Azores.
A las 10:30 llegaron al Mar Muerto, donde los peregrinos que quisieron experimentaron la potente salinidad de sus aguas, que hace flotar los cuerpos con fuerza. Terminado el baño, se dirigieron a Jericó y tomaron el teleférico que lleva al monasterio ortodoxo griego de la Tentación o la Cuarentena. En él se custodia la piedra de las tentaciones de Jesús en pleno desierto de Judá. Algunos peregrinos subieron los 117 escalones que llevan al monasterio, cuya huella en rampa los hace sumamente costosos. Al llegar tuvieron ocasión de oír en griego el canto del pasaje evangélico de las Tentaciones y otro canto a la Virgen, muestra de la solemnidad de la liturgia ortodoxa. Culminaron la subida a las 12:45 y una hora más tarde, ya abajo, los llevó el autocar a comer en el restaurante Al-Rawda, de Jericó: hummus, pollo y dátiles con sandía.
Estaba prevista la Santa Misa en la iglesia de los Pastores de Belén, a las 16:00; pero, de nuevo, la densidad del tráfico en Jerusalén y Belén retrasó la llegada hasta una hora en que estaba ya cerrado el Campo de los Pastores. Por esa razón se dirigieron los hermanos a la Casa Nova de Belén, en cuya capilla presidió la misa D. Fernando, a las 18:30. Hizo la lectura de la epístola Elena Molina y del salmo, NH Ramón Molina. Terminada la celebración, se dirigieron los hermanos a la Basílica de la Natividad, pero solamente pudieron entrar algunos, porque era la hora del cierre. Se dio tiempo libre hasta la cena, a las 20:00, con lo que terminó la jornada.
Viernes 8 de septiembre. Natividad de Nuestra Señora. Posiblemente el día más intenso de la peregrinación. A las 5:30, un grupo de hermanos esperaba, en el claustro de la basílica, al que se pasa desde la Casa Nova, a que les permitieran el acceso a la gruta del Nacimiento, donde se celebra la Santa Misa a las 6:00. La presidió un franciscano italiano y, una vez concluida, pasaron los asistentes a venerar el lugar del Nacimiento de Nuestro Señor. El hermano mayor tocó la medalla en este santo lugar.
Tras el desayuno, comenzó la visita en la Gruta de la Leche, una iglesia de 1872, elevada sobre restos bizantinos, que guarda en el nivel inferior la gruta donde tradicionalmente se cree que se refugió la Sagrada Familia para huir de la persecución de Herodes. Allí habría sucedido el sueño de San José en el que el ángel le ordena que huya a Egipto con el Niño y su Madre. Mientras María amamantaba a Jesús, habría caído una gota de leche en el suelo, que se tornó blanquecino. De ahí la creencia de que los polvos de las paredes de esta gruta ayudan a las madres a amamantar y a las estériles, a concebir.
A las 9:15 explicó Pedro Fraile la Basílica de la Natividad, que pertenece a la Iglesia ortodoxa griega, y seguidamente pasaron al claustro de la misma, obra cisterciense de época de los cruzados, que sirve también de atrio a la iglesia católica de Santa Catalina de Alejandría, contigua a la basílica por su costado norte. Aquí celebran los católicos los cultos de la Navidad, con la imagen del Niño Jesús, que se expone en una de las capillas, obra del artista catalán Francisco Rogés, de 1920. Todo ello, junto con la Casa Nova, pertenece a la Custodia Franciscana de Tierra Santa. Próxima a los pies de la nave de la Epístola se abre una escalera que permite bajar a la Gruta de San Jerónimo. En este grupo de cuevas, que se conecta mediante un pasadizo con la Gruta del Nacimiento, fijó su studium o scriptorium el santo padre de la Iglesia, y en él nació la primera traducción al latín de la Biblia, que conocemos como Vulgata. A las 10:00 celebraron los hermanos la Santa Misa en la capilla de esta gruta. Hizo la primera lectura y salmo NH María Luisa Córdoba, la segunda lectura, Rosamaría Torreblanca, y la oración de los fieles, NH Gabriel Martínez. A partir de aquí acompañó a los hermanos la bandera de Peregrinación de nuestra Hermandad.
Siguió la comida en Casa Nova y, una vez concluida, el autocar trasladó a los peregrinos a la Cueva de los Pastores. Allí cantaron villancicos, siempre animados por Pedro Fraile; oyeron el pasaje evangélico, leído por Guillermo Azores; y besaron la imagen del Niño Jesús de Belén, que allí se encuentra, sostenida por el hermano mayor. Pasaron luego a la capilla del Campo de los Pastores, construida para la Custodia Franciscana por el arquitecto Antonio Barluzzi en 1953. Se le conoce como el “Arquitecto de Tierra Santa”, porque realizó para la Custodia la mayor parte de las iglesias del siglo XX, como las de Getsemaní, Monte de las Bienaventuranzas, Monte Tabor, entre otras.
De nuevo en autocar, se trasladaron a Ein Karem, muy cerca de Jerusalén, hoy ya integrada en su territorio urbano, lugar en que la tradición sitúa desde antiguo la casa de Zacarías e Isabel. Allí se levantó una iglesia cruzada, reconstruida por los franciscanos entre 1621 y 1675, con ayuda de la corona española, por lo que estuvo bajo su tutela hasta la llegada de la democracia actual en el siglo XX. Fue restaurada en la pasada centuria por Barluzzi y actualmente está nuevamente sometida a obras de conservación. Sus muros se hallan decorados con azulejos de Manises, lo que le aporta un aspecto muy diferente al de las iglesias de Tierra Santa. En la cabecera se venera el lugar que conmemora el Nacimiento de San Juan Bautista.
En el monte cercano, al final de una larga escalera de 175 peldaños, una iglesia recuerda el lugar de la Visitación, en la que se ensalza el canto del Magnificat. En la planta inferior se conservan los restos de estructuras tardorromanas y bizantinas de edificios construidos para guardar la memoria del pozo que surtía a la aldea y de la piedra que, según los Apócrifos, ocultaría la grieta de la roca en la que Isabel se habría refugiado con el Niño Juan para huir de la matanza ordenada por Herodes. En la planta superior está la iglesia edificada por los cruzados, secularizada luego y recuperada por la Custodia Franciscana, que en 1938 le encargó la reconstrucción total a Antonio Barluzzi, terminándose como hoy se ve en 1955. Se decora con una serie de pinturas que elogian a María como Madre de Dios, la defensa de los dogmas con ella relacionados y su intercesión en la batalla de Lepanto.
Terminada la visita, el autocar llevó a la expedición al nuevo alojamiento, Notre Dame Center, situado en un sitio también privilegiado, frente a la Puerta Nueva de la vieja Jerusalén. Tras la instalación, el hermano mayor se dirigió con otros peregrinos a la Basílica del Santo Sepulcro, subiendo primeramente a la capilla del Calvario, en cuyo santo lugar posó la bandera de Peregrinación, tocando la roca con la medalla. Bajaron luego al Sepulcro, haciendo cola alrededor de la Aedicula, como es costumbre. En estos minutos Juan Corpas dirigió el rezo del Santo Rosario, que fue seguido por los hermanos, sumándose a él un buen número de peregrinos de habla española. Siendo las 19:15, besaron la santa losa, en la que el hermano mayor posó la bandera y la medalla de la Hermandad.
A las 20:00 se tuvo la cena y, a su término, los peregrinos pudieron subir a la terraza de Notre Dame, desde la que se divisa un panorama excepcional de la ciudad antigua. Tras largo rato de conversación, los hermanos se retiraron al filo de las doce, terminando de este modo una jornada que comenzó con el Nacimiento y concluyó con la Muerte y Resurrección de Nuestro Redentor.
El 9 de septiembre, sábado, comenzó a las 7:30, hora en que el autocar trasladó a los peregrinos al Monte de los Olivos, para visitar la Capilla de la Ascensión. Llegaron a las 8:00, para contemplar el edículo octogonal que guarda la roca en la que desde la Antigüedad se conmemora la Ascensión de Cristo a los cielos. La construcción, cubierta por bóveda semiesférica, fue realizada por los cruzados para sustituir a la basílica constantiniana, destruida por los persas sasánidas de Cosroes II. Tras el fracaso de las Cruzadas, a fines del XII la adquirió el sultán Saladino para convertirla en mezquita, y lo sigue siendo, aunque liberada del culto para facilitar las peregrinaciones. En su interior hicieron los hermanos una oración, dirigida por Pedro Fraile.
A las 8:30 visitaron la iglesia del Pater Noster, que muestra, tanto en su interior como en el claustro y alrededores, multitud de azulejos con la oración del Padrenuestro en todos los idiomas. Es actualmente territorio francés y ocupa el lugar de una antigua basílica construida por la emperatriz Elena, luego destruida, sustituida por los cruzados y, finalmente, reconstruida en la modernidad. Conserva la gruta donde, según la tradición, el Señor enseñó a sus discípulos a rezar esta oración universal. Los hermanos la recitaron igualmente en este lugar.
Bajando la empinada cuesta del Monte de los Olivos, por la que Cristo descendió en la burra el Domingo de Ramos para hacer su entrada triunfal en Jerusalén, llegaron los peregrinos a la terraza del monte, desde la que se contempla una vista excepcional del valle de Josafat, el arroyo Cedrón, la explanada del Templo y la muralla de la ciudad antigua. Desde allí siguieron descendiendo, para visitar la iglesia de Santa María Magdalena, perteneciente a la Iglesia ortodoxa rusa, que fue erigida en 1886 por el zar Alejandro III, bajo la dirección de David Grimm, siguiendo el historicismo neorruso.
A las 11:30 entraron los hermanos en la gruta de Getsemaní, lugar habitual de retiro de Jesús y sus discípulos durante su estancia en Jerusalén. Pedro Fraile dio lectura al pasaje evangélico de la Oración del Huerto. A continuación, visitaron la Basílica de Getsemaní o de la Agonía, construida en neobizantino por Antonio Barluzzi en 1924 para la Custodia Franciscana. Se elevó, como es frecuente, sobre las ruinas de otros dos templos, bizantino uno y cruzado el otro, que conmemoraban el lugar donde Cristo sufrió la agonía en la madrugada del Viernes Santo. Un gran trozo de roca, acotada ante el altar mayor, recuerda la Oración del Huerto.
A las 12:00 se tuvo el almuerzo en el Hotel Ambassador Boutique y a las 14:00, tomaron de nuevo el autocar, para ir al Monte Sion. Al cabo de media hora estaban los peregrinos en San Pedro in Gallicantu, una iglesia neobizantina de 1931 que centra un conjunto devocional y arqueológico dedicado a recordar desde antiguo la larga prisión del Señor en la madrugada del Viernes Santo. El episodio evangélico que le da nombre es el de las Negaciones de Pedro, tres antes de que el gallo cantara dos veces. Desde el siglo V hubo aquí un santuario dedicado a San Pedro. Las excavaciones arqueológicas del siglo XX pusieron de relieve la existencia de una calle herodiana con escalinata que bajaba desde el Monte Sion al Cedrón y comunicaba con el Monte de los Olivos, es decir, unas losas que a buen seguro pisaría Jesús muchas veces y, singularmente, en la noche tremenda de la Pasión; por ella descendió desde el Cenáculo para subir luego a Getsemaní, y por ellas regresó, preso, hasta la casa de Caifás.
Este conjunto albergó, en efecto, la casa de Caifás y la sala de reunión del Sanedrín, así como la cárcel de la autoridad judía. Una cisterna que originalmente tuvo solo una abertura en la parte superior da profunda idea de la soledad de Cristo en aquella amarga noche. A ella hubo de ser descendido e izado con unas cuerdas atadas por las axilas. En esta mazmorra leyó Pedro Fraile el pasaje de las Negaciones. La boca superior de la cisterna abre al suelo de una moderna capilla que evoca el lugar de reunión del Sanedrín para el juicio judío de Jesús. Se trata de la cripta de la iglesia superior. Pedro Fraile explicó después las excavaciones arqueológicas y la estructura de Jerusalén antigua sobre una maqueta allí expuesta.
A las 16:30 visitaron el Cenáculo, comenzando por la sala alta, una construcción de los cruzados, en fecha no bien determinada, que rememora el lugar de la Última Cena y de Pentecostés. Fue luego convertido en mezquita, y en siglo pasado, desde 1948, quedó abierto a los peregrinos, mientras el piso inferior se convertía en sinagoga en torno al cenotafio del rey David. Inmediatamente pasaron los peregrinos universitarios a la Basílica de la Dormición, que recuerda la Asunción de María. Es el núcleo fundamental de la Abadía de Santa María en Sion, sede de los benedictinos alemanes en Jerusalén. En la cripta se venera un cenotafio dedicado a la Virgen Dormida, ante el que los hermanos cantaron la Salve Regina.
A las 19:00 pasaron al frontero convento de San Francisco ad Coenaculum, donde fueron recibidos por Fray Artemio Vítores González, gran estudioso de Tierra Santa y especialista en el Cenáculo. La Santa Misa de este día fue presidida por D. Fernando en la capilla de los franciscanos. Acolitó el hermano mayor, hizo la lectura NH Mercedes Fernández y la oración de los fieles, NH Inmaculada Jiménez.
Después de la cena en Notre Dame, el autocar llevó a los hermanos a la Iglesia de Getsemaní, donde se celebraba la Hora Santa con exposición del Santísimo, que estuvo presidida este día por el obispo de Palencia, Mons. Manuel Herrero. En la meditación se consideraron los tres pasajes evangélicos correspondientes a Getsemaní, el segundo de los cuales fue leído por Guillermo Azores. Con este acto de adoración concluyó la jornada.
El domingo 10 de septiembre comienzan los hermanos en el Muro de las Lamentaciones, donde pueden contemplar la oración de diferentes corrientes judaicas. Suben luego a la explanada del Templo, en la que Pedro Fraile explica la historia del primer y segundo Templo, las mezquitas de la Roca y al-Aqsa, hasta llegar a la situación actual. Tras la acostumbrada foto de grupo en la escalinata de la Roca, atravesaron la explanada para llegar al sitio de la Torre Antonia, donde dio comienzo el ejercicio del Vía Crucis.
Los hermanos, presididos por la bandera de Peregrinación, hicieron el recorrido de las estaciones a lo largo de la Vía Dolorosa. Las primeras se sitúan en el entorno del Studium Biblicum Franciscanum, centro científico y arqueológico de los franciscanos en Jerusalén, que contiene la iglesia de la Condena y la de la Flagelación. Ésta fue una iglesia cruzada del siglo XII, restaurada por Antonio Barluzzi en 1924, mientras que la capilla de la Condena es obra contemporánea de Fray Wendelin Hinterkeuser, de 1904, sobre restos medievales de otra iglesia. En la segunda de estas iglesias se encuentra parte de un pavimento romano de grandes losas, descubierto en el siglo XIX e identificado como el Litóstrotos, en arameo Gábata, del que habla San Juan como lugar del juicio de Pilato. Aquí se conmemora igualmente el castigo de la flagelación y la coronación de espinas.
La otra parte de este enlosado, la más importante, se guarda en la cripta de la Basílica del Ecce Homo, que pertenece a las Hermanas de Nuestra Señora de Sion, fundadas en 1843 por el judeoconverso y jesuita Alfonso de Ratisbona. En esta cripta escucharon en silencio los hermanos los pasajes evangélicos de la Pasión. La Vía Dolorosa y el interior de la cabecera de la iglesia, engloban los restos del Arco de Adriano, popularmente llamado Arco del Ecce Homo, que daba entrada al foro de la ciudad creada por dicho emperador en 131 d. C., Aelia Capitolina. Por ello se piensa que el enlosado es parte del pavimento del foro, a pesar de que se encuentra a un nivel muy inferior, compatible con el siglo I, y, posiblemente, con las losas del patio del Pretorio de la Fortaleza Antonia, pues una de ellas muestra grabado el esquema de un juego de entretenimiento para los soldados.
Siguió el Vía Crucis con el rezo de las últimas estaciones junto a la iglesia del monasterio ortodoxo copto de San Antonio, sede del arzobispado copto de Jerusalén, que visitaron brevemente. Entraron a continuación en la Basílica del Santo Sepulcro, donde Pedro Fraile explicó en primer lugar la capilla de la Cueva de Adán, en la que se ve la roca del calvario en su parte inferior. Luego visitaron la Piedra de la Unción, la Rotonda de Constantino, que contiene la Aedicula del Santo Sepulcro, y el Coro de los Griegos. Estaba cerrada por obras toda la zona Este de la basílica, incluidas la Capilla de Santa Elena y la Cisterna de las Cruces. A las 13:00 tuvo lugar el almuerzo en el Hotel Ambassador City, y a las 14:00, el autocar llevó a los peregrinos a Notre Dame, dejándose tiempo libre hasta la hora de la misa. El hermano mayor explicó a los hermanos que quisieron la exposición ¿Quién es el Hombre de la Sábana Santa?, que se ofrece de modo permanente en el Centro Notre Dame. Presenta amplia información en paneles acerca de las investigaciones sobre el sagrado lino de Turín, así como la reconstrucción de los instrumentos de la Pasión, una maqueta con la hipótesis formal del Santo Sepulcro, y, como pieza principal, la escultura en bronce del Cuerpo del Hombre de la Sábana Santa, que realizó en 2000 el escultor italiano Luigi Enzo Mattei, una de las numerosas réplicas que tiene repartidas por Turín, Roma, Bolonia y otras ciudades de América y África.
A las 18:45 se celebró la Santa Misa en la capilla interior del convento de los franciscanos en la Basílica del Santo Sepulcro. Presidió D. Fernando Cruz-Conde. Hizo la lectura el hermano mayor y la oración de los fieles NH Mercedes Guerrero. Al término de la celebración, los hermanos pudieron visitar de nuevo el Sepulcro vacío y el Calvario.
La cena en Notre Dame tuvo un especial colofón, por ser el cumpleaños de Rosamaría Torreblanca, a quien todos felicitaron. Seguidamente Juan Corpas repartió a cada cual los diplomas con certificado de la peregrinación y dio las gracias por haber realizado con ellos la peregrinación. El hermano mayor agradeció a su vez las atenciones tanto de Juan Corpas como de Pedro Fraile, a quien despidieron del todo, por quedarse en Jerusalén.
A la 1:15 del lunes 11 de septiembre emprendieron los peregrinos el regreso, saliendo de Notre Dame con dirección al aeropuerto Ben Gurion de Tel Aviv. Partida del vuelo a las 5:30, para aterrizar en Madrid a las 10:00. Recogido el equipaje, tomaron el autocar que los devolvería a Córdoba felizmente a las 17:00 horas del mismo lunes. En el autocar, el hermano mayor agradeció a D. Fernando su extraordinario servicio a la Hermandad en esta peregrinación, tanto por sus explicaciones en numerosos momentos y lugares, como por la celebración diaria con sentidas homilías que ayudaron a interiorizar el significado de cada santo lugar. Finalmente, el hermano mayor citó a los peregrinos para dar gracias por el viaje el día de la Exaltación de la Santa Cruz, en que celebra la Hermandad Universitaria la apertura del curso. Laus Deo.