De excepcional puede calificarse la acogida que dispensó a la Hermandad Universitaria de Córdoba la Hermandad de la Sagrada Mortaja de Sevilla en su sede de la calle Bustos Tavera, en la mañana del sábado 24 de noviembre de 2012. La Universitaria cordobesa rendía visita a La Piedad sevillana en correspondencia a la que ésta realizó a Córdoba el 15 de mayo de 2011 para venerar a nuestros Sagrados Titulares.
La expedición, integrada por dieciocho hermanos, llegó a las puertas del ex convento de Nuestra Señora de la Paz a las 12 en punto de la mañana, de acuerdo con el programa previsto. Fueron recibidos en el compás por el Hermano Mayor y Junta de Gobierno de la Corporación del Viernes Santo, pasando seguidamente al templo, para venerar a los Sagrados Titulares, Nuestra Señora de la Piedad y Nuestro padre Jesús Descendido de la Cruz en el Misterio de su Sagrada Mortaja.
A continuación subieron los hermanos de ambas Hermandades al coro alto de la iglesia, donde tendría lugar la conferencia titulada “¿Se puede ser cristiano y cofrade?: un reto para los laicos”, a cargo del R. P. D. Eduardo Martín Clemens. Presidieron conjuntamente la mesa los Hermanos Mayores de ambas Corporaciones, Juan Francisco Guillén Gómez y Miguel Rodríguez-Pantoja Márquez. Asistieron al acto, entre otros miembros de la Junta de Gobierno, los Consiliarios de la Hermandad, Emilio Serrano, Manuel Delgado y Manuel Trujillo, los dos últimos Hermanos Mayores en los tres periodos inmediatamente anteriores. Hizo la presentación del conferenciante Auxiliadora García Cumbreras, Diputada de Formación, quien destacó los valores del P. Martín Clemens, desde sus estudios junto al P. Arrupe hasta su labor social y apostólica, como fundador de la ONG Fraternitas sine Finibus, que gestiona el Hogar Óscar Romero, en Perú, como Director de la Pastoral Universitaria de la Universidad de Huelva y como Delegado Episcopal de Misiones en la Archidiócesis de Sevilla.
El ponente hizo una exposición sumamente brillante, que captó en todo momento el interés del auditorio y dejó en el mismo un ánimo de agradecimiento y satisfacción por el mensaje transmitido. El argumento fue, sin embargo, muy sencillo, basado en las razones obvias que dan sentido a la existencia de las cofradías, las cuales, comúnmente, olvidamos los cofrades. Se trata de cumplir los mandamientos de Cristo, que son dos: amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo. Y esto se manifiesta en los dos pilares que sostienen el ser de las hermandades: el culto divino y la caridad con los hermanos. Por este motivo queda claro que el cofrade, si lo es de veras, tiene que ser cristiano y que el cristiano, como uno de tantos carismas, puede ser cofrade.
Lo que el cofrade ofrece, desde sacar brillo a la plata hasta desempeñar un cargo en la Junta de Gobierno, llevar un cirio o cualquier otra actividad, será siempre para mayor gloria de Dios; por otra parte, las hermandades cumplen una labor social excepcional por medio de sus bolsas de caridad, lo que de siempre se ha hecho sentir a lo largo de la historia y, muy especialmente, en momentos de crisis como el que vivimos. Porque la crisis viene del olvido de Dios: del afán de lucro de la banca y la corrupción de la política.
El cofrade no puede quedarse con el envoltorio, sino que tiene que llegar a lo profundo del sentido de la fraternidad. Por ello es también necesaria la formación, para que no nos quedemos en la mentira o en la ignorancia, que son dos grandes enemigos de la fe en los días que vivimos. Presentó como muestra dos páginas de los diarios del día: en una de ellas se hacía una descripción tergiversada de la realidad de las cofradías en Sevilla, que merecería, según su opinión, una contestación seria por parte del mundo de las hermandades; en la otra, se presentaba a doble página –gran alarde periodístico- la extraordinaria noticia, sabida por todos de siempre, y precisamente desde que San Francisco los puso en el belén, de que el buey y la mula no estaban en el relato evangélico. Todo ello para glosar, con supina ignorancia, la profunda visión teológica que ofrece el Papa en su última entrega sobre la infancia de Jesús de Nazaret.
Bajaron luego los hermanos a la iglesia, donde recibieron la explicación acerca del patrimonio de la Sagrada Mortaja, a cargo del prestigioso investigador Federico García de la Concha Delgado, historiador del arte, archivero y Secretario Primero de la Hermandad. Recordó los orígenes de La Piedad en Santa Marina y su establecimiento en el desamortizado convento de Nuestra Señora de la Paz, de monjas agustinas, hasta conseguir su propiedad, mediante permuta con su capilla propia de Santa Marina. Describió las características histórico artísticas del retablo mayor y de los laterales, dedicados a la Virgen de Belén y a San José. El grupo titular de La Piedad, que preside hoy la iglesia, se debe al escultor del siglo XVII Cristóbal Pérez, la talla del Cristo, y al taller de Pedro Roldán, las de la Virgen y los santos varones y mujeres. El retablo jesuita del brazo de la Epístola procede del Colegio de las Becas y los cuadros de la Vida de la Virgen son de procedencia mejicana, atribuidos a Miguel Cabrera por Lázaro Gila Medina.
A continuación pasaron los hermanos a contemplar el tesoro de la Hermandad, expuesto en el coro bajo, y la sacristía renovada, así como las dependencias de la Casa de Hermandad, especialmente la Sala de Cabildos. Terminó la convivencia con la habitual comida de hermandad, preparada por los anfitriones con todo esmero. Finalmente se procedió al intercambio de recuerdos: un hermoso cuadro dedicado a la Hermandad Universitaria con fotografía del Misterio de la Piedad, tal como se expuso con motivo del 75º aniversario de la llegada de la Hermandad al Convento de la Paz; un cuadro con fotografía de la cabeza del Santo Cristo de la Universidad, dedicado a la Hermandad de la Sagrada Mortaja en agradecimiento por esta convivencia, y el dvd Del Camino al Juramento, que registra la estación de penitencia de 2012. Laus Deo.