El jueves 31 de marzo de 2022 será una fecha importante en la vida de la Hermandad Universitaria, no porque se celebrara un fasto digno de reseñarse en el altavoz mundano de las cofradías, sino porque tuvo lugar un acto íntimo entre un grupo de hermanos, que se reunieron para aprender más sobre la palabra de Dios. Aunque el espacio sigue estando en bruto, la casa hermandad comenzó a ejercer en este día una de las funciones fundamentales para la que está destinada: se puso en marcha el oratorio de Santo Tomás de Aquino, como cátedra de formación.

NH Miguel Rodríguez-Pantoja, catedrático de Latín, inauguró esta función de la casa con la charla titulada “Las siete palabras: siete lecciones de Jesús en la cruz”. Tras una breve presentación del hermano mayor, el Dr. Rodríguez-Pantoja fue desgranando una por una las siete frases que los Evangelios ponen en boca de Cristo en la cruz. Aludió primero a la importancia de las traducciones, que no siempre son acertadas, y al hecho de que el original griego de los textos no siempre tuvo la versión más exacta en su traslación al latín, aunque es cierto que se ha avanzado mucho en los esfuerzos por corregir estas debilidades textuales. En cuanto al significado teológico de estas frases, el ponente se atuvo a la excelente exégesis que hace de ellas el papa Benedicto XVI en el libro Jesús de Nazaret.

Para terminar, ofreció al Santo Cristo de la Universidad esta preciosa oración: “Hijo de Dios clemente, que nos enseñaste a perdonar incluso a nuestros enemigos. Justo juez misericordioso, que libraste de culpa al descarriado que olvida su egoísmo, se llena de esperanza y tiene fe en ti. Hijo fiel de María, que dejaste entre nosotros a tu Madre como mediadora, como consuelo y socorro. Hijo del Hombre, que llevaste tu condición humana al extremo de asumir la máxima tortura moral, la de sentirse abandonado por Dios. Cordero de Dios, que colmaste el vaso del sufrimiento físico aceptando hasta la última tortura, la cruel de la sed. Redentor del mundo, que llevaste a término la misión de rescatarnos, ofreciéndote sin ninguna culpa para pagar nuestras culpas. Hijo de Dios verdadero, que nos encomendaste contigo al Padre, ayúdanos a tener siempre presentes tus palabras en la cruz. Amén.”

Tras los merecidos aplausos, disfrutaron los hermanos de un rato de convivencia, rescatando así una costumbre que se había desvanecido desde la pérdida de la casa de Samuel de los Santos Gener, el 13 de mayo de 2017.